Dos telescopios de la ESA han unido sus fuerzas para observar la galaxia de Andrómeda desde una nueva perspectiva. Herschel es capaz de distinguir los anillos donde se forman las nuevas estrellas, mientras que XMM-Newton captura los rayos-X que arrojan al espacio las estrellas en agonía.
Durante las navidades de 2010, los telescopios espaciales de la ESA Herschel y XMM-Newton apuntaron hacia la galaxia espiral más cercana, la M31. Esta galaxia es similar a nuestra Vía Láctea: ambas contienen varios cientos de miles de millones de estrellas. Esta imagen es la más detallada jamás tomada de la galaxia de Andrómeda en la banda del infrarrojo, en la que se pueden distinguir claramente las regiones donde se están formando nuevas estrellas.
La galaxia de Andrómeda vista en infrarrojo
El telescopio espacial Herschel, capaz de capturar la luz en la banda del infrarrojo lejano, ha desvelado las nubes de gas y polvo frío en el interior de las que se forman las estrellas. Dentro de estas grandes nubes, las nuevas estrellas comienzan a formarse en el seno de cúmulos de polvo de los que se van nutriendo en un lento proceso gravitatorio que puede durar cientos de millones de años. Una vez que la nueva estrella ha adquirido suficiente densidad, comenzará a brillar en las longitudes de onda de la luz visible, emergiendo de su nube natal y mostrándose ante los telescopios ordinarios. Se conoce un gran número de galaxias en espiral, pero Andrómeda es especialmente interesante porque presenta un gran anillo de polvo de unos 75 000 años luz de diámetro que rodea el centro de la galaxia. Algunos astrónomos especulan que este anillo podría haberse formado recientemente tras una colisión con otra galaxia. Esta nueva imagen obtenida por Herschel aporta nuevas evidencias, mostrando al menos cinco anillos concéntricos en los que se están formando nuevas estrellas.
La galaxia de Andrómeda vista en rayos-X
La imagen en rayos-X tomada de forma casi simultánea por el telescopio de la ESA XMM-Newton se encuentra superpuesta sobre la imagen en infrarrojo. Si bien las longitudes de onda del infrarrojo permiten observar estrellas en formación, los rayos-X normalmente revelan estrellas que están llegando al final de su vida. XMM-Newton muestra un gran número de fuentes de rayos-X en la galaxia de Andrómeda, muchos de ellos agrupados entorno al centro de la galaxia, donde normalmente la densidad de estrellas es mayor. Estas emisiones revelan ondas de choque o fragmentos de la explosión de una estrella cruzando el espacio interestelar, otras indican parejas de estrellas engarzadas en una lucha gravitatoria a muerte.
En esta peculiar danza, una de las estrellas ya ha muerto y arrastra el gas de su compañera, todavía activa. A medida que el gas atraviesa el espacio interestelar, se calienta y comienza a emitir rayos-X. La estrella activa puede llegar a agotarse, despojada de gran parte de su masa por el fuerte campo gravitatorio de su compañera, de mayor densidad. La estrella muerta, envuelta en un manto de gas robado, puede llegar a explotar.
Imagen compuesta en infrarrojo y rayos-X de la galaxia de Andrómeda
Tanto la imagen en infrarrojo como la de rayos-X muestran información que sería imposible recabar desde tierra, ya que estas longitudes de onda son absorbidas por la atmósfera terrestre. El titilar de las estrellas que vemos desde la Tierra es hermoso, pero nos oculta gran parte de la información. La luz visible nos muestra las estrellas adultas, mientras que el infrarrojo desvela aquellas en formación y los rayos-X las que han llegado a su agonía final. Para poder estudiar el ciclo de vida de las estrellas, es necesario observar todas sus etapas, y es precisamente aquí donde la contribución de Herschel y de XMM-Newton resulta fundamental.
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