Aquellos tiempos de la nueva canción asturiana

10 de noviembre de 2010

OPINIÓN
Por Luis José de Ávila
Perodista

Acaba de ver la luz un interesante libro escrito por el periodista gijonés Manuel Fernández y González que de un tiempo para acá se aplica con toda justicia el seudónimo de Manuel Cimadevilla. Es un libro titulado “La edad de oro de los cantautores asturianos” a la que él mismo pertenece no en balde hace treinta y cinco años cantaba y danzaba, discos incluidos, con el apodo de “El nieto de Celo Xuan”. El libro en cuestión surge con motivo de cumplirse los 35 años de un buen agosto en 1975 en que se celebraron unas jornadas culturales en “La Panerona” del Pueblo de Asturias en Gijón, presentándose ante la opinión pública jóvenes cantautores de lo que se conoció como “la nueva canción asturiana”. Eran tiempos aquellos en que la Feria de Muestras de Asturias tenía una garra de la que ahora carece y sus principales impulsores, Luis Adaro y Pedro García Rendueles, apoyaron decididamente, y sin reserva alguna, la presentación en sociedad de aquellos jóvenes artistas, llenos de ilusión y políticamente deshinibidos pues se estaba a punto de iniciar los primeros pasos para la reinstauración de la democracia en España.
Hay que reconocer el mérito de Manuel Cimadevilla no solo por llevar a cabo el libro sino también por correr el consiguiente riesgo económico como editor. En él aparecen históricos todos ellos como Víctor Manuel San José, del que escribo unas cuartillas de recuerdos y anécdotas de cuando comenzaba a cantar por las romerías y en los bajos del Kopa Club de Oviedo; Julio Ramos, a quien vi el otro día muy bien conservado -creo que en la actualidad es el jefe de la ORA en Gijón-; Avelino López, siempre incombustible y que ahora anda de nuevo por Oviedo, y otros más. Este aniversario ha dado a Manuel Cimadevilla la idea de plasmar en papel esa edad de oro a la que el mismo perteneció. Recuerdo precisamente estar en esas jornadas con otro joven maestro, en espíritu que no en edad, como fue José González “El Presi” quien, junto con Los Cuatro Ases y el Cuarteto Torner,  es el que más me ha impresionado en esto de la canción asturiana. Manuel Cimadevilla dedica también capítulos de su libro a Nuberu, Carlos Rubiera, Rafael Lorenzo y Pipo Prendes así como un muy interesante arranque dedicado a la canción asturiana y también a la aparición de las emisoras de FM que dieron todo un vuelco al mundo de la música así como a la presencia del bable en la composición musical.
La por entonces, hace treinta y cinco años, denominada “nueva canción asturiana” supuso en aquellos tiempos un aire fresco de creatividad en el panorama musical del Principado, bastante mustio hasta entonces, con la excepción de la citada canción asturiana tradicional. Y fue un fresco reivindicativo y avanzado coincidiendo con la muerte del general Franco y la reinstauración de la democracia en España. La verdad es que aquellos jóvenes, si exceptuamos a Víctor Manuel, no se preocuparon luego mucho de sus carreras carreras musicales y terminaron como buenos profesionales también en profesiones variopintas, tales como Chus el de Nuberu, empresario y comercial, su compañero Manolo, artesano, Carlos Rubiera, profesor y político, Pipo Prendes, representante de aceites industriales, Avelino López, cameráman y hasta hace no mucho propietario de una de esas teles alegales en el occidente de Asturias, y el propio “Nieto de Celo Xuan” que hizo carrera periodística aquí y en Madrid.
Así pues éste libro de Manuel Cimadevilla, junto con uno que me dio también dedicado el periodista Oscar Luis Tuñón, fallecido hace años, sobre la canción asturiana, ocupan desde ya un lugar de honor en mi modesta biblioteca. Ah, debo de hacer alusión, que no se me olvide, al dibujo que ocupa la portada de “La edad de oro de los cantautores asturianos”  y que es del gran pintor de Navelgas Manuel Garcia Linares. Verdaderamente precioso. García Linares, sí, estos días, por cierto, inaugura exposición en Oviedo en su sala preferida que es la de Murillo en la calle Marqués de Pidal. No faltaremos a la cita.

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