Por NACHO
Al ciudadano medio, no digamos ya al pescador de caña –tan a menudo pescador de ‘nada’- no le es difícil suponer el debate interno de las administraciones públicas encargadas de la protección del medio marino, convertidas en un moderno asno de Buridán que, en lugar de los tradicionales pesebre y abrevadero, se quedase paralizado entre la escasez de los recursos y la presión del sector productivo pesquero.
Acaba de aprobar el Consejo de Ministros un anteproyecto de Ley, del que se informa en entrada anterior de ASTURIASMUNDIAL, cuya teoría parece muy resuelta y comprensiva de los problemas reales a que nos enfrentamos. Pero, en la realidad, los ejemplares inmaduros siguen llegando a las pescaderías, o en todo caso son sujeto de una mortandad estúpida y perniciosa a causa del incumplimiento en el tamaño de los ‘furacos’ de las redes. Se siguen utilizando artes prohibidas –¿acaso toleradas?– por su efecto destructor del fondo marino y su ataque frontal a la sostenibilidad pretendida. Cabe sospechar que no se respetan las paradas legalmente obligadas y, lo que es más grave, apenas si hay medios humanos y materiales para ejercer una viligancia capaz y permanente. De la vigilancia costera en Asturias valdrá más no hablar.
La protección de nuestros recursos pesqueros no se resuelve de cara la galería. Echando a los pescadores de caña, en su mayoría personas que no tienen otra posibilidad de esparcimiento y que, además, son moralmente legítimas detendadoras del derecho a pescar en sus costas, que ya eran las de sus antepasados, de puertos, muelles, diques y malecones, no se resuelve nada. Haciendo que los persiga la Guardia Civil como a peligrosos delincuentes, no va a aumentar la biomasa de anchoa, sardina, bonito o xargu, por poner ejemplos. Y amenzándolos con multas millonarias si por casualidad un día ferrasen –¡Milagru!– dos pexes de seis kilos, o sacasen un pulpu o un bugre en la caña –pasa tres veces en la vida, con mucha suerte–, tampoco se resuelve la merma del santiaguín.
Claro que no es lo mismo escorrer a los armadores japoneses o franceses que a un probe vecín de Xixón, coxu, roín, feu, viudu, tuertu, que cobra la pensión contributiva y que se atreve a ir a echar la vara al Musel, de noche, igual sin licencia porque no tiene ni para pagarla cada cinco años. A esti gárraselu fácil. Ya sabes, valiente…
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