La incapacidad asturiana

13 de enero de 2011

OPINIÓN
Por Luis José de Ávila
Periodista

Me llama el que fue mítico jugador del Real Oviedo Lalo, hoy con 74 años pero hecho un chaval, desde Granada, preguntándome por como van las cosas en el Real Oviedo y le informo que la operación México está prácticamente hecha de tal manera que el grupo Pegaso, cuyos propietarios tienen antecedentes asturianos, se harán con la gestión del club y con cerca del 40 por ciento de sus acciones que son las que hasta el momento controla el actual presidente Alberto González, estos días por Cancún para cerrar la venta de las mismas y poder cobrar los casi dos millones de euros en que las tiene valoradas.
Desde luego no tengo malas referencias de este grupo empresarial, muy metido en el fútbol de allí, propietarios como son del Atlanta, pero por otro lado me entran dudas, muchas dudas. Es cierto que por el camino que llevaba el Real Oviedo desde que Alberto González se hizo con la mayoría rodeándose de personas de paja como Cuqui Bances, Ataulfo, Costas, Pardo… ya dimitidos, el histórico club iba camino de la desaparición. Era un grupo que primero desmanteló el Club de Balonmano Naranco, echando por tierra una magnífica labor que durante veinte años hizo su mentor y presidente José Emilio Martínez-Fariza, y que luego aterriza en el Carlos Tartiere para acabar con el club lo que por un mal enfoque estuvo a punto de conseguirlo el alcalde Gabino de Lorenzo. Menos mal que al final éste rectificó y metió al ayuntamiento como segundo accionista, además de comprar marcas y patentes, lo que permitió llegar al equipo a donde está hoy. Probablemente el ayuntamiento venda también sus acciones al grupo Pegaso -algo más de veinticinco por ciento- con lo que los mexicanos dispondrían de más del cincuenta por ciento quedando como segundo accionista el abogado Celso González, que estoy seguro que no es ajeno a la actual movida, y tercero el actual dueño del Cartagena Paco Gómez con una paquete accionarial que no llega, creo, al cuatro por ciento.
Si esta operación cuaja, y supone revitalizar al Real Oviedo, me alegro aunque, por otra parte, no deja de ser lamentable que haya que cruzar el Atlántico para conseguir salvar al club. Una vez más esta situación demuestra la incapacidad regional, la falta de empuje de nuestros empresarios, financieros y demás entes sociales que no dan la cara, ni los euros, por el Real Oviedo ni por otras muchas cosas de esta tierra. Claro que Alberto González, con la afición en contra, ha espantado a tirios y troyanos, además de una nefasta gestión deportiva -Mata, vete ya-, pero no se que mal sabor me queda en la boca con que el Real Oviedo pase a ser propiedad de un grupo extranjero, situado a miles de kilómetros del Carlos Tartiere por muy buena voluntad que traigan. Insisto, una muestra más de la incapacidad asturiana para defender lo nuestro, ese orgullo asturiano que al que últimamente se refiere Francisco Alvarez-Cascos.
Aparte de aportar solvencia económica, lo que no dudo, el grupo Pegaso debe saber conectar con la sociedad ovetense y oviedista, de ahí que ha de configurar un consejo de administración adecuado con un presidente de prestigio, no una marioneta, a la cabeza lo que en su momento hizo Alberto González con el periodista Toni Fidalgo quien espantado por lo que vio solo estuvo treinta días en el cargo. Dirigir un club como el Real Oviedo a una distancia trasatlántica no es fácil, de ahí que el grupo Pegaso deba confiar sin fisuras en un grupo local que, sin prisa pero sin pausa, recomponga la situación del club para que, sino esta temporada si la próxima. alcance la categoría de plata.
El Real Oviedo es un club que ha gastado sin ton ni son el oro y el moro en organigramas absurdos, plantillas veteranas que cada año eran misteriosamente liquidadas -una media de quince bajas cada verano por otros tanto de fichajes, deshechos de tienta de otras comunidades autónomas-. Hay que comenzar por abajo, fomentando la cantera, dando estabilidad al equipo y, por supuesto, pagando los pufos. Parece ser que con el grupo Pegaso hay entrenador, un tal Martínez, y también director deportivo, un tal Castillo, a quienes Lalo conoce bien y que llevan unos años navegando en las procelosas aguas del fútbol andaluz. A ver que tal lo hacen en lo que parece ser el inicio de una nueva etapa profesional en el Real Oviedo. Ah, y el misterioso Pablo Bastida, llegado a Oviedo de la mano de Media Sport, que cuanto antes coja ese avión de horario madrugador en Ranón de vuelta a la Ciudad Condal. A todo lo dicho, si por fin la operación mexicana se cierra, solo me queda añadir que aunque sea el Real Oviedo una sociedad anónima los nuevos propietarios expliquen bien a la opinión pública asturiana sus intenciones. Si hay que buscar a un buen asturiano para ostentar la presidencia yo ficharía al psicoesteta Ramiro Fernández aunque me da que va a costar bastante convencerle.

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