Infatigable Francisco Blanco Cuesta

30 de octubre de 2010

OPIINÓN
Por Carlos Cuesta Calleja
Presidente de ASPET

Francisco Blanco Cuesta era un asturiano íntegro y un carbayón devoto. Lo demostraba día a día con su trabajo y orientación en el quehacer de la Balesquida, esa vetusta sociedad ovetense que tanto sentía y que llevaba en el corazón. La muerte rápida de su querido hermano, José Manuel, hace un mes, lo dejó triste, sin ánimo, alicaído y entregado a una melancolía furibunda que le dio el zarpazo final. Porque Francisco vivía con la ilusión y el entusiasmo de una persona joven, vital, amigo de sus amigos y conversador ameno y divertido. Daba gusto coincidir con él en las amenas tertulias caseras o en algún que otro viaje por la España histórica y artística. Con su mujer, María del Carmen, una docente de Historia del Instituto Aramo de trayectoria reconocida, recorrimos muchos lugares de este bello país para conocer a fondo el significado de lo que España representa en el campo de lo atávico, lo turístico y lo sentimental. Y Francisco siempre pensando en su Oviedo del alma con la referencia lógica de la importancia de la capital del Principado con respecto a otras ciudades visitadas. También la Sociedad la Balesquida estaba sujeta a su mente y en cualquier momento de su azarosa vida. Su óbito me ha causado un hondo pesar, un golpe frontal en la memoria por tantos momentos vividos y preñados de satisfacción y honor humano. Lo mismo puedo decir de su hermano José Manuel, presidente durante muchos años del colectivo de gestores asturianos y un gran paladín de la causa ovetense.
Con la muerte de Francisco Blanco Cuesta se va un poco de ese Oviedo primigenio, doméstico y pleno de esa retranca característica local adobada con los genes maternos procedentes de la Villa Condal de Noreña. Y es que de esa localidad esforzada, chacinera y zapatera, lo sabía todo. Era una auténtica enciclopedia viva para conocer a fondo las vicisitudes y la historia pasada y presente de Noreña en todos los ámbitos de sus anales locales.
Poco más puedo apuntar acerca de la hombría de bien de Francisco Blanco Cuesta, sólo señalar su actitud cívica para el entendimiento, el consenso y la adecuada palabra de acogida y sentido común. Los calificativos sobran en este obituario y Dios nos libre de las alabanzas... Cumplió con sus objetivos vitales y sociales gracias a sus firmes convicciones humanas y morales, y creo que esa realidad define a las claras su personalidad de hombre bueno y recto. Se ha marchado una persona infatigable en su acción y directo en su quehacer vital. Y su carácter de carbayón jovial lo reflejó en su hermano José Manuel. Ambos estimados hermanos se han ido al más allá con la diferencia de un mes. El destino es tozudo y marca su ley sin concesiones. La Balesquida, por un lado, y los gestores, por otro, a buen seguro que echarán de menos a dos personas animosas y apasionadas que nunca han escatimado ni tiempo ni esfuerzo para colaborar, a su manera, por la colectividad. Y las obras bien hechas, sin duda alguna, permanecen en el recuerdo. Gracias, amigos.

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