OPINIÓN
Por Ignacio Sánchez Vicente
PeriodistaEl magno acto en torno a la entrega anual de la Amuravela de Oro, que otorga la Asociación de Amigos de Cudillero, con su presidente, Juan Luis Álvarez del Busto al frente y su esforzado equipo de entusiastas colaboradores es uno de esos momentos que nos permiten olvidarnos del dañoso cainismo agazapado en el supraconsciente colectivo de los asturianos.
Las palabras de Severino García Vigón sobre la realidad vital del empresario Amalio García, con muchos puestos de trabajo creados sin alharacas ni presunciones, y sí con eficiente realismo, y las de Pedro de silva sobre la Fundación Cristina Masaveu y el verdadero alcance que en su caso tiene la palabra patrocinio en su concepto más generoso, hablan al oyente de realidades positivas que, en mayor número, de haberlas, serían un excelente motor para que Asturias saliese de su perniciosa atonía y, despertando a la realidad, avanzase por derroteros de exigencia, firmeza, productividad y asentamiento de bases para un futuro que, hoy por hoy, dudo mucho que mereza la pena recibir en herencia a nuestros descendientes.
Enhorabuena a los organizadores. Felicitación para los premiados y que cunda el ejemplo, como deseo para todos nosotros.
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