El tobillo de dios

25 de septiembre de 2010

OPINIÓN

Por Luis Mugueta
Periodista


Las tobilleras son el sentido común en un campo de fútbol, pero deberíamos ponérnoslas todos junto a las zapatillas de levantarse de la cama. El episodio del día en que parecía romperse la hucha de Messi es el prólogo de una sociedad afortunada. ¿Se imaginan que Guardiola y Mourinho hiciesen huelga no tan general el 29-S? Del del Madrid ni me acuerdo, pero Luis Enrique sería servicio mínimo, otro eufemismo integrado en la historia universal de la infamia patria. Los servicios mínimos, de los que se salvan aerolíneas extranjeras con pasajeros en presunta huelga, e incluso el Valencia con el argumento, impecable por cierto, de que como su partido depende de la UEFA allá hostias hispanas, nos devuelven, si es que alguna vez nos hemos ido, a la España rotunda, la de la lozana andaluza o la del pícaro Lucas Trapaza, las uvas, el ciego y los críticos literarios. Todo anónimo, todo celeste.
El tobillo del dios de la diana de la protesta general -digamos que depende de los tantos por ciento, que es muy socorrido y muy cierto-- no está en el deseo, ni siquiera en las intenciones. El único motivo para sentarse en la carretera es la espeluznante cifra de personas sin trabajo, eufemismo de en paro. Lo demás suele ser cacharrería, y a veces chacinería, que presta más. Quedan cuatro días para la convocada huelga general. O coronel, como diría el gran Ramón Irigoyen, y la pelea previa, como casi siempre, son los servicios mínimos. En un territorio poco dado a la huelga a la japonesa, los servicios mínimos, bien llamados en tiempos (no sé ahora) esquiroles sin remedio, son de traca: medio conductor, apenas un cuarto de ATS y si me apuran medio peatón para un taxi que viene de la noche (y va a ninguna parte, que diría Sabina, que hará huelga seguro, vaya problema). El ciudadano medio, que no el medio ciudadano, buscará el bar que cierra la persiana a media altura. La manifestación, que nunca está de huelga, se irá descomponiendo chigre a chigre, de los de media persiana, donde se suele cantar, este año a Labordeta.
El tobillo del hombre que pisó la Luna por primera vez está en un museo que nunca hace huelga. Lo escribía Ordóñez el otro día, aquí mismo, con lo de los gitanos en Wall Street. Podemos darle una vuelta y poner el parqué de los brokers en la antigua Matalablima o en el pozo del tío Raimundo. O en Bucarest. Quien dijo, o escribió, que España es un país de pandereta, o lo decía en serio o se quedó corto. Mientras corra un ratón por una calle peatonal, el mundo está libre de tanta demagogia. Porque no hay otra cosa en estos días. Veamos, repasemos, nuevamente el episodio independentista del PP asturiano, que utiliza canciones de Paul McCartney para descalificar al candidato que nunca lo ha sido. Cascos circunda Asturias por Valencia de don Juan y por Galicia, y resulta que cuando viene a Oviedo, mal avalado por Galicia, por cierto, su discurso renace de las sombras, cuando la noche languidece y parece decir… Rajoy, qué pillo, da un paso para delante, da un paso para detrás. Lo de la escalera, pero en rapero. Y aquí se lanza un comunicado absolutamente oficial en el que lo que más destaca es lo de sexagenario, cuando la media de edad humana que intuímos por los ratones de López Otín, que no son los de las calles peatonales pese a las medallas, es de cien años. Tratándose de Cascos, vaya usted a saber. Vas a coger moras y te aparece el ex ministro entre los matorrales pidiendo el voto. Vas a pescar, y qué les voy a contar.
Los tobillos que deberían de sacar nuestros compañeros fotógrafos, poetas de la locura que les une, son los de la cabecera de la manifestación. Qué cosas, qué casos tan raros veríamos. Póngale usted cara a unos zapatos de charol, a unas bambas o a unas botas de pescador sin usar. ¿Quién estará pergeñando el eslogan de la pancarta? Zapatero rima con casi todo, una virtud defectuosa. Rajoy, que no se va a librar, rima con casi nada (“Rajoy, ahora voy”, sería una vulgaridad, además de tan extraño).
Los tobillos de los pocos sindicatos que quedan están de moda por jugar al póker descubierto, que ahora hasta lo echan por la tele. Supongo que imaginan que el 29-S es un número primo, por ejemplo. Al día siguiente, otra vez a la rueda, que cantaban Los Suaves, de Yosi el policía. Los tobillos, al fin, del ciudadano están hinchados de las caminatas. Como los de los mineros, como los de Labordeta. En el homenaje del hombre que puso letra y música a la canción de la primera libertad, hay que constatar que tuvo muchos huevos, sobre todo para llevar este país en la mochila. Aunque fuese por encargo.

0 comentarios:

Observatorio Digital