Un mes después de la liberación de la líder opositora de Myanmar, Aung San Suu Kyi, el relator especial de la ONU sobre los derechos humanos en ese país instó al gobierno a dejar libres a los 2.200 prisioneros de conciencia que aún se encuentran detenidos. En un comunicado, Tomás Ojea Quintana señaló que muchos de estos presos sufren graves problemas de salud derivados de las difíciles condiciones de su detención.
El experto citó el caso del monje budista U Naymeinda, llamado también Nay Win, que murió el pasado 8 de diciembre en una cárcel a los 50 años de edad. Con la del monje, suman 145 los prisioneros de conciencia muertos en centros de detención de 1988 a la fecha, subrayó Ojea Quintana.
Nay Win había sido arrestado y sentenciado a 20 años de cárcel en septiembre de 1999 por distribuir panfletos apoyando una manifestación por la democracia.
El relator señaló que ha recibido informaciones que indican que varios internos de la prisión de Insein sufren desnutrición y tuberculosis.
Ojea Quintana sostuvo que para que el nuevo gobierno de Myanmar consolide sus intentos de transición democrática y logre una paz y prosperidad para su pueblo es vital que los presos políticos sean liberados de manera inmediata e incondicional.
Nay Win había sido arrestado y sentenciado a 20 años de cárcel en septiembre de 1999 por distribuir panfletos apoyando una manifestación por la democracia.
El relator señaló que ha recibido informaciones que indican que varios internos de la prisión de Insein sufren desnutrición y tuberculosis.
Ojea Quintana sostuvo que para que el nuevo gobierno de Myanmar consolide sus intentos de transición democrática y logre una paz y prosperidad para su pueblo es vital que los presos políticos sean liberados de manera inmediata e incondicional.
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