Es imposible adivinar cuál será la evolución del cambio climático y sus consecuencias, por ello, los científicos intentan anticiparse lo más posible a sus efectos. Un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha analizado cómo será la distribución de la fauna amenazada de la Sierra de Guadarrama (Madrid) bajo la influencia del cambio climático.
Según sus cálculos, publicados en la revista Animal Conservation, las especies más vulnerables son el conjunto de anfibios y reptiles. En concreto, el equipo ha analizado el factor de influencia del cambio climático en su distribución geográfica, que en el caso de los herpetos alcanza el 92%. Según el investigador responsable del artículo, el biólogo del CSIC Pedro Aragón, esto se debe en parte “a la incapacidad de este grupo de especies de regular fisiológicamente su propia temperatura corporal, que depende del ambiente externo”. En el caso de las aves, esta cifra asciende al 88% y para los mamíferos es del 77%.
Los investigadores elaboraron modelos de la distribución actual de 94 especies amenazadas de la zona en función de factores litológicos, topográficos y climáticos. Estos modelos fueron proyectados hacia el futuro según los parámetros climáticos esperados en la zona para 2020 y 2100. Los parámetros de 2020 fueron obtenidos a partir del modelo del Panel Intergubernamental de Cambio Climático elaborado en 2001, mientras que el de 2100 se elaboró a partir de un modelo CCM3, que aproxima los valores medios de los diferentes escenarios esperados para esa fecha.
Una vez desarrollados los modelos, el equipo calculó la distribución futura de cada especie bajo dos supuestos: el primero sólo refleja la desaparición de especies por la pérdida de su hábitat debido a las nuevas condiciones climáticas desfavorables, mientras que el segundo incluye que estas nuevas condiciones puedan atraer a especies a lugares donde antes no se encontraban.
Para Aragón, “ambos supuestos son muy simplistas”. El primero es más adecuado para los anfibios y reptiles, debido a su mayor dificultad para moverse hasta nuevas zonas. Sin embargo, el segundo es más apropiado para las aves, cuya movilidad les permite llegar a zonas con nuevas condiciones climáticas que les resulten beneficiosas.
Una herramienta de gestión
Una vez establecidos los escenarios para cada especie, el equipo analizó su tasa de extinción local. Este análisis se efectuó por duplicado: el primero sólo tiene en cuenta un área de la sierra en la que se proyecta crear el Parque Nacional de Guadarrama, mientras que el segundo amplía el estudio a toda la zona incluida en la Red Natura 2000. El objetivo de este doble estudio es “crear una herramienta para incluir esta variable a la hora de delimitar el nuevo proyecto de área protegida”, explica Aragón.
Bajo el supuesto más adecuado para los ectotermos, su tasa de extinción local pasa del 11% dentro de los límites del parque, mientras que en el conjunto de la red es algo superior a un 2% en 2020. En el caso de los endotermos, analizados bajo el supuesto su mayor capacidad de dispersión, su tasa de extinción aumenta del 12% en los límites del parque hasta casi un 17% en la red colindante. Los valores calculados para 2100 replican de forma general los resultados de 2020.
Las áreas protegidas tipo isla con límites estáticos no son suficientes en un mundo cambiante. Según Aragón, este estudio muestra que los vertebrados terrestres ectotermos y endotermos pueden llegar a seguir patrones opuestos y que los límites del recientemente propuesto parque de Guadarrama podrían no ser suficientes para la preservación de los vertebrados ectotermos. Estos resultados sugieren que el diseño de áreas protegidas se debe consensuar sopesando las diferencias de cada patrón por la diversidad fisiológica y de móvil de cada grupo de especies.
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