OPINIÓN
Por Luis José de Ávila
Comemos en este domingo lluvioso en casa de Mary que es la suegra de Samuel, el jugador que fue del Sporting y Levante y hoy milita en las filas del Alcorcón en segunda A. Samuel y la hija de Mary acaban de tener su primer alcorconín, así pues, felicidades. No falta nunca a esta cita festiva el intelectual del pueblo, como denomino, sin acento peyorativo alguno, al bueno de José Pín. Durante años fue el realizador de un interesante porfolio. Jubilado de Santa Lucía pocas veces me encontré con una persona más aficionada que él a los periódicos. Conoce Langreo como la palma de la mano y aún se recupera del atropello de un automóvil que casi le envía al otro barrio. Hace un tiempo el pueblo en pleno de Cotorraso le rindió un merecido homenaje por su disposición para apoyar cualquier iniciativa cultural, festiva o social que el vecindario afronte. El otro día, por cierto, fue a consulta a la residencia sanitaria de Riaño para ver si tenía algún fallo de memoria o desorientación. El doctor Iglesias, que le atendió, no paraba de interrogarle al respecto hasta que José Pin se cansó, respondiendole: “Mire usted si estoy bien de memoria que me acuerdo de la única vez que usted estuvo en Cotorraso. El día, precisamente, que actuó Manolo Escobar”. Y de eso hace exactamente veinticuatro años. Con esta respuesta el doctor, que ni se acordaba de su propia andanza por el pueblo el día de las fiestas, dio la revisión por terminada.
En este veinticuatro aniversario de mi presencia en Cotorraso no puedo menos que citar también a Senen, a José Manuel Baragaño Prieto, a los hermanos Jorge y José Uria, a Ramón, un emprendedor empresario que ostentó la presidencia de las fiestas varios años, y a Miguel y su esposa Marta, actual directora del instituto de la Felguera además de una muy buena pintora. Cuando empezábamos a conocernos tuvo la ocurrencia de pintarme un enorme retrato al óleo que tengo colgado en el hall de mi casa. Estoy convencido que le está pasando lo que al retrato de Dorian Grey. Cada vez observo más arrugas en el cuadro y menos en mi rostro. Magia, nunca mejor dicho, de los pinceles de Marta Beiro Arguelles.
Y como el tiempo no pasa en balde siempre nos acordamos en este día de Santa Apolonia de Guillermo Coto, el que fuera presidente de la Federación Asturiana de Fútbol. Con él y con su esposa, también fallecida, compartíamos siempre la fiesta. En cierta ocasión se presentó Guillermo por el PSOE para alcalde de Caravia, liándome de buena manera para que llevara su campaña. Así fue, toda un experiencia; lástima, perdió por solo seis votos.
En fin, amigos de Cotorraso, el próximo año, si el destino lo tiene a bien, allí estaré de nuevo. Serán veinticinco años y aún queda mucha fiesta que celebrar.
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