Llegan al vivaque de Arica con una sonrisa de oreja a oreja: Juan Manuel Linares y Camilo Perdomo acababan de abandonar, pero la magia del Dakar no se hizo esperar. “Volvemos, volvemos el año que viene”, comentan entusiasmados los dos únicos representantes colombianos.
Nos remontamos a la Etapa 5: su camión de asistencia en carrera se sale con una vuelta de campana y todo empieza a ir mal a partir de ese momento. Ayudando a sus compañeros, les cae la noche encima. Juan Manuel lo expresa de forma rotunda: “Conducir de noche por las dunas, es como entrar en la casa del diablo”. Finalmente durmieron fuera, con frío, sin comida y sin saco de dormir, para llegar, por lo menos, al vivaque de Iquique a las 7h00 de la mañana.
A tiempo para la salida. Terminaron su carrera 150 kilómetros más adelante, al estropearse el embargue. “Hemos venido a aprender y hemos aprendido. En nuestro país, no hay dunas”, comenta Camilo. Dejando aparte ese detalle, el equipo 429 cuenta con un bagaje interesante: “Somos los primeros que hemos llegado al Amazonas partiendo de Bogotá, y pasando por Puerto Ordaz en Venezuela, luego Boavista y Manaus en Brasil. Fue en 2005”, explica discretamente Juan Manuel, a quien ya le brillan los ojos pensando en el próximo Dakar.
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