Fabulaciones reversibles

15 de enero de 2011

OPINIÓN
Por Luis Mugueta 
Periodista

En el jueves 15 de febrero del año que viene, el coronel que decía que no tenía quién le escribiese fue llamado a filas. Y no precisamente a cerrarlas. Las gallinazas que rompían los alambres de las contraventanas viajaban al sur fuera de época, y casi nunca llegaban. Pantaleón no era una canción de sube y baja, tampoco era alcalde ni tenía ilustración. Ni siquiera tocaba el chistu. Las visitadoras no eran, ese mismo jueves, señoras que llegaban, ni que iban a la selva. No eran catalanas, como los camiones que venían para vender pantalones. El afilador iba en verosoles, pero sin armónica. Y el calahorrano no vendía fruta fresca sino vales para cambiar en una cadena de grandes superficies.
La eterna y grande tertulia de quién es el mejor escritor vivo en nuestra lengua ha resucitado con el último Nobel de Literatura, muy probablemente el mejor escribidor, con más de una Julia que le admire. Su principal rival, amigo, enemigo o contratodo es el inventor de la saga Buendía (la de Aureliano, que no confundir con la del consejero). Mojarse aquí es más duro que en el fútbol, fundamentalmente porque hablamos de dos de los mejores novelistas del siglo pasado y lo que llevamos de este. Uno no sabe si quedarse con el dolor de muelas de La mala hora, que acaba doliéndote, o con la carrera a nado de Día Domingo , que termina por ahogarte prácticamente.
Han sido estas fechas de la misma controversia de la que hablamos. Las novedades editoriales son viejas porque la vida se repite. Salvando algún cuento infantil, la Historia universal de Paniceiros y la última novela de Mendoza, siempre volvemos a la discusión habitual. Cervantes, Shakespeare o Tolstoi quedan un poco más allá del uso de razón. No es que no cuenten, es que no están de moda, ni siquiera en la Feria del Libro, ni siquiera en la de Frankfurt. La gente adora a los personajes, pero se olvida de los escribanos. Un ejemplo fatuo, infantil: en la novela de Miró o Pérez Puig (nunca me aclaro porque tanto monta, monta tanto) Los tres mosqueteros , Joaquín Cardona era Portos, Víctor Valverde, Athos, Ernesto Aura, Aramis y Sancho Gracia, D’Artagnan (y Ramón Corroto, el rey). Que la auténtica novela, la escrita, era de Alejandro Dumas también se sabe, pero menos. ¿Quién era el autor de El idiota ? ¿Y los hermanos Karamazov? Leer es un placer de reyes, que por lo general leen poco. Un placer no muy querido por los niños nuevos y, desgraciadamente, poco asequible para quien siente pasión en rincones extraños (es difícil, aunque parezca mentira, encontrar una edición decente de Cien años de soledad en La Habana. O encontrar alguna, aunque sea poco decente).
Eduardo Bautista, que fue sustituido por el gran Pedro Ruy Blas una temporada en el micrófono de Los Canarios, estuvo el otro día en un lugar de cuyo nombre para decir, más o menos, y si me quedó un tanto claroscuro, que el formato que alimenta las redes sociales no es tan malo como la gente -que no los usuarios-- cree. Más bien. Me parece, que es un lugar común de votación: y ahí volvemos. ¿Quién es mejor? ¿Marito o Gabo? Habrá gente que piense que Marito es el de Cafrune y Gabo, una revista para mujeres. Pocos desde luego, pero los habrá. El glorioso, famoso, numeroso y prestigioso invento del facebook (carabuck en castellano) es el extraño reflejo que nos devuelve el espejo de esta vida, tan poco intensa como corta. Steve McQuenn en Bullit , Clark Gable en Mogambo o, de nuevo, la Garbo en Casablanca no son conocidos por la pertinente programación de las televisiones (qué vamos a decir de los cines si no existen), sino por las descargas eléctricas del aparato que tanta guerra dan a la autoría y a la creación.
Yo, que no sé si es mejor Marito o Gabo, y no es por no mojarme sino por ignorancia, soy de los que creo que el talento hay que pagarlo, y hacerlo bien. No es ésta una defensa de Bautista, ni de mi admirado Víctor, sino del chaval que cumple 40 años sin haber podido grabar un disco por falta de un par de miles de eurazos. Hay un homeless por ahí por California que se está forrando por tener una voz, al parecer, que ni Alfredo Kraus, y yo tengo un amigo al que cuando deteriora un par de cuerdas vocales le llaman Pavarotti. La calidad no es propiedad de la crítica (escúchese aquí Señora azul , de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán) sino del gusto. Nadie sabe de pintura hasta que no tiene un greco, e incluso ni entonces. Y cuánta gente se acerca a la ópera (Ópera, si quieren) sin saber solfeo… Tal vez, vaya usted a saber, sea un buen momento para releer La tía Julia y el escribidor . Y ya puestos, Crónica de una muerte anunciada . Y no por ese orden.

0 comentarios:

Observatorio Digital