ARMAR EL BELEN

22 de diciembre de 2010


OPINIÓN
Por Manuel García Linares
Pintor y Escultor


Hace años recibíamos la navidad con la ilusión de reuniones entrañables cargadas de recuerdos y añoranzas, en torno a aquellos parientes y amigos que nos habían abandonado o que habían emigrado allende los mares, en busca de una economía mas floreciente. En las ciudades se recorrían las calles mirando escaparates de pequeños comercios o de grandes almacenes en donde los niños disfrutaban dando rienda suelta a sus sueños, con la nariz, que sobresalía entre la bufanda y el gorro, pegada al cristal dejando un halo lunar de vaho, en torno a sus chispeantes y sorprendidos ojos. En la “hoja de ruta”, entraba la visita a algunos populares belenes de asociaciones de vecinos ( ahora culturales ), y en algunas ocasiones de parroquias. Recuerdo cuando en Oviedo, varios compañeros de pensión nos íbamos a armar el Belén de los hijos de Aquilino, en su piso de Foncalada, Miguel Angel, el perito, fabricaba un reostato compuesto de un deposito de agua salada en donde se introducía, con la acción de una manivela, una cuchilla metálica en forma de güadaña, así se lograba el amanecer y el anochecer; Rafael se encargaba de distintos complementos y yo pintaba el fondo, los mayores disfrutaban contemplando las caras de felicidad de los niños. En los pueblos, se iba a buscar el musgo al borde de los viejos castaños sobre las rocas de los humedales en donde crecen las lenguas de gato que hacían de palmeras, luego en torno a la estufa o de la " tsariega " se cantaban viejos villancicos que hablaban de labanderas y de peces, tambien se contaban cuentos y se hacían concursos.

Los belenes, nacieron imitando las leyendas de las mil y una noches, por ello cuando uno viaja a Egipto y ve las viviendas o las ovejas y camellos al lado del río Nilo, está viendo el belén que nosotros recreábamos de niños, pero todo ha ido evolucionando y los belenes pasaron a ser una reproducción del propio entorno, cuando uno ve los belenes en Perú o Méjico, ve unas figuras de nativos y mestizos con sus viviendas típicas de origen prehispánico o hispánico, incluso los villancicos son producto de su propio folclore, cuando uno ve un Belén en un pueblo de Asturias, ve el lavadero del pueblo, la casa de aldea con la solana, la “payoza vaqueira” y muchos hórreos y paneras. Así era el Belén de Zardaín que con el esfuerzo de unos cuantos vecinos había llegado a la calidad de joya con gran asistencia de visitantes, que daban vida al lugar durante un par de meses, pero que por segundo año consecutivo, al igual que el futbol en Navelgas, se ha ido abandonando por falta de interés quedando sin armar y desgraciadamente, no es culpa de los “laicos”, que con frecuencia se confunden y confunden, es culpa del abandono y la indolencia, es culpa de una vida insolidaria y aparente que ha perdido su pulso porque está acostumbrada a que se lo den todo hecho. No hace falta que los “laicos” “armen el belén” en torno a los Belenes, el belén se arma solo cuando la sociedad se adormece.

Los laicos pueden estar tranquilos en su temor a sentirse afectados por la influencia religiosa, algo así, como el temor que Hitler sentía por la influencia judía o algo así como el temor de Herodes frente al anuncio de la llegada de un nuevo rey, ( espero que no manden aniquilar ahora a todos los recién nacidos ); aquí no tienen que tener temor de nada porque cada día la sociedad está mas insensible, por no decir muerta en su espíritu.

Los belenes son parte de nuestra cultura y eran la recreación de los niños cuando carecían de “famóbiles” o “legos”; tenían ovejas, cerdos, carneros, vacas, gallinas, camellos, elefantes, era, o es, una recreación del entorno en donde se hacen los huertos con surcos realizados por pequeños arados para plantar unas lentejas u otras leguminosas que día a día se ven germinar; el Belén es algo instructivo en donde niños y mayores comparten las mismas ilusiones y ponen en práctica su capacidad creativa a la vez que se realizan atractivos trabajos manuales; ríos resueltos con papel de plata, trozos de cristal o espejos sobre los que nadan los patos, casas realizadas con corcho o cartón, recubiertas de piedra y con tejados de pequeñas pizarras o tejas, realizadas con barro o plastilina, todo un mundo de personajes pintorescos.
Indudablemente las familias religiosas y practicantes, vinculan el Belén al nacimiento de Jesús pero creo que hay una mayoría de niños, pertenecientes a familias no creyentes que disfrutan con la tradición del Belén vinculándolo, exclusivamente a la Navidad y a la vida familiar, llenando su entorno con una ilusión superior a la del “botellón”; se puede ser “laico” sin caer en el absurdo y armando mas belenes que un plantón de controladores. Vivir para ver.

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