INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS EN EL HOMENAJE A REPRESALIADOS EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE CEDEIRA

30 de octubre de 2010



El Presidente en el centro de la imagen con el Alcalde de Cedeira, representantes de la asociación Memoria Histórica FDemocrática y de Fuco Buxán y otros familiares de represaliados
 El presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, participó hoy en el Homenaje a los represaliados en el Campo de concentración de Cedeira, acto en el que tuvo la intervención que íntegramente reproducimos.
"Amigos de Cedeira, de Asturias, de Ferrol, autoridades que están aquí acompañando en este acto para simbolizar que los demócratas en este país reconocemos también lo que ha sido el sufrimiento, la dignidad y el honor de muchas personas. Venimos aquí sin rencor y con memoria, a rescatarles del olvido, a ponerles nombre y a poner ese gran monolito, de 1300 millones de años, que simboliza que la historia continúa pero que lo hará con sus nombres.  Estoy aquí representando al pueblo de Asturias y también estoy con mi nombre y apellidos honrando a esa memoria y siendo coherente con lo que ha sido mi vida, una parte de la cual transcurrió en Galicia con la que me reencuentro frecuentemente, en Ferrol, aquí, en todos los pueblos que circundan esta zona, en La Coruña, en Vigo.

Ayer, en Vigo, tuve la ocasión de dar una conferencia. No dejo a lo largo de mi vida de participar de esa lucha común que por encima de las discrepancias que puede haber en el ámbito político, hay algo que nos une
Alcalde, Presidentes de las asociaciones Memoria Histórica Democrática y Fuco Buxán, Sr. Octavio Cabezas, autoridades, amigas y amigos:

Tengo que comenzar agradeciendo, en nombre de todos los asturianos y asturianas, a las asociaciones Memoria Histórica Democrática y Fuco Buxán y al concello de Cedeira su generosa iniciativa de rescatar, para la historia de nuestra convivencia democrática, los testimonios del campo de concentración y represión de Cedeira; y rendir este sencillo homenaje de reconocimiento a las personas que fueron recluidas en este campo entre octubre de 1937 y junio de 1938.
Con la denominación de “campos de concentración”, fueron creados el 5 de julio de 1937, a instancia de la Secretaria de Guerra del Gobierno de Burgos, un total de 72 instalaciones para recluir a los prisioneros de guerra
Uno de estos campos fue el de Cedeira, al norte de Ferrol. Estaba instalado en la playa de A Magdalena, en las instalaciones de una fábrica conservera, rodeadas por alambre espino.
Su apertura coincidió con la caída de Asturias en Octubre de 1937. Ese año “albergaba” a 368 hombres y una mujer. El 1 de marzo de 1938, los presos habían aumentado a 724 y el 27 de abril de 1938 quedaban 441. En junio de ese 1938, la Inspección de Campos, determinó que su estado era pésimo y debía desaparecer de inmediato.
En relación a la procedencia territorial de los presos, el historiador Xosé Manuel Suárez Martínez rescató los datos del año 1937. Por entonces, el 69% (254) eran de Asturias, había 46 de Galicia, 62 del resto de España y 6 extranjeros.

La inmensa mayoría de aquellos prisioneros represaliados en Cedeira procedían de Asturias, en este  y en otros campos de concentración. Nos ha traído hasta aquí esa circunstancia, pero, básicamente, en representación del Gobierno del Principado y de la sociedad asturiana el deber democrático del reconocimiento moral a todos los hombres y mujeres que fueron víctimas de la guerra civil y de cuantos tras la guerra padecieron la represión de la dictadura, fuesen de donde fuesen, españoles o extranjeros
Con todos ellos, tenemos un compromiso ético, irrenunciable, por mucho que a algunos le moleste, que es honrar su memoria, darles nombre y reconocer que ese episodio, esa cruel represión tiene que ser recordada precisamente para no repetirla.
Las sociedades democráticas se construyen sobre la historia de muchos sacrificios personales que quedan incorporados a la historia colectiva, a eso que llamamos “memoria histórica” y es la base más firme sobre la que los pueblos asientan un futuro de convivencia en paz y libertad. Y la memoria histórica no es vivir con rencor, es vivir con dignidad y las heridas de esa guerra se cierran cuando se honra a las personas que fueron privadas de libertad o de la vida. Y en ese momento se cierra esa herida. Y lo dice una persona que ha luchado siempre por la reconciliación nacional porque cuando en la dictadura luchábamos por la libertad, lo hacíamos desde un deseo de que este país fuese distinto en el futuro. Y finalmente llegó.  El reconocimiento común de que la convivencia pacífica y democrática se construyó gracias al coraje de personas que fueron víctimas, precisamente, por luchar por las libertades y los derechos fundamentales, laborales, sindicales y políticos que todos disfrutamos.
A lo largo de mi vida he participado en muchos actos de estos y no sólo con responsabilidades políticas. Os puedo asegurar que hay muchas familias que no pueden vivir hasta que se haga ese reconocimiento a sus muertos,  a las personas represaliadas, darle nombre y enterrarlas. Os podría recordar muchos actos emocionantes y aquí en Galicia que también tuvieron lugar. Yo viví en Galicia seis años y también en Pontedeume, por lo que puedo manifestar la durísima represión que se vivió en esta comarca, no solo en la época inmediatamente posterior al levantamiento sino también en la dictadura.  A ellos, a los que nos ayudaron a defender los legítimos derechos antes los tribunales franquistas, como los abogados laboralistas, a los que se rindió homenaje, como Manolo López. Y también a Marcelino Camacho, como representante de trabajadores que vivieron y murieron con dignidad y  que estuvieron buena parte de su vida privados de libertad, con una gran represión. Y esos valores éticos hay que reivindicarlos desde la democracia. Es la base más firme para que los pueblos puedan asentar un futuro de convivencia y de paz, y se construye gracias al coraje.  
El  esfuerzo de todos ellos culminó en la Constitución Española de 1978, como instrumento de concordia y convivencia para el futuro, que nos ha llevado a disfrutar del período democrático más estable de la historia de nuestro país.
La Guerra civil y los 40 años de dictadura son una etapa desconocida en su auténtica dimensión para los jóvenes que nacieron con la Democracia. También para ellos es necesario fortalecer la memoria histórica. Deben hacer suya la verdad de la historia para consolidar un presente y un futuro de convivencia.
En España tuvimos un drama histórico, una guerra incivil, en la que hubo víctimas de un lado y de otro, pero con una clara diferencia. Mientras el bando vencedor reivindicó inmediatamente a sus muertos, y en la mayoría de los casos reparó a las familias; de muchas de las victimas de los vencidos ni siquiera se sabe todavía donde reposan sus restos y sus familias han sufrido en silencio el oprobio y la mentira. La transición se fundó en un acuerdo de amnistía que permitió volver a empezar desde un principio de reconciliación nacional, que de ninguna manera puede sustentarse en el olvido, sino en el recuerdo.
Superada la transición, y asentada la convivencia, se puede revisar el pasado y saldar parte de la gran deuda que tenemos con aquellos hombres y mujeres que, primero, defendieron la legalidad democrática, y después, a lo largo de la dictadura, aun sufriendo el sistema represor del régimen, nunca abandonaron sus ideas y su trabajo por las libertades.
En la guerra y en la dictadura hubo víctimas, y esas víctimas tenemos que reconocerlas porque son consecuencia de una dictadura militar que cercenó las libertades durante cuarenta años. Y también hubo víctimas en la Transición, víctimas por luchar por los derechos y las libertades, que también merecen el homenaje por parte de los poderes públicos de la democracia.
La memoria democrática no es una memoria para la revancha, la venganza o la injusticia, es siempre una memoria para el reconocimiento, la justicia y el agradecimiento, para fortalecer las libertades y la convivencia.
Este es el fundamento moral de recordar a los hombres y mujeres que sufrieron prisión en unas condiciones infrahumanas y a quienes dejaron su vida en el campo de concentración de Cedeira.
Es un compromiso y un deber democrático para con las victimas y con sus familias, pero, sobre todo, es un compromiso con nosotros mismos y con el patrimonio de justicia, reconciliación y paz que hemos construido para las futuras generaciones.
Por eso Alcalde, como representante del poder legítimo y democrático; un poder que hoy reconoce a las víctimas en un ayuntamiento donde una de las víctimas fue el alcalde y parte de la Corporación Aquí venimos, a simbolizar desde Asturias, agradeciendo como decía Octavio Cabezas a aquellas mujeres que tuvieron la sensibilidad de acoger a aquellos asturianos y asturianas que venían en unas condiciones lamentables y lo poco que ellas tenían se lo daban. Es legitimo que hoy en Cedeira honremos eso, lo honremos para siempre, y quede en esa lápida que durará millones de años.

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