Hasta que llegó su hora

13 de septiembre de 2010

 OPINIÓN
 Por Luis José de Ávila

Parodiando el título de aquella mítica película de Sergio Leone, “Hasta que llegó su hora”, con el gran Henry Fonda al frente del reparto, así parece irle ya a Francisco Alvarez-Cascos en su lento y complejo camino hacia la candidatura por el Partido Popular a la presidencia del Principado. Todo parece que Mariano Rajoy dentro de unos días se va a decantar por el  ministro de Fomento con José María Aznar ignorando los tres nombres que la dirección del PP asturiano, y en concreto su hombre fuerte, el alcalde Gabino de Lorenzo, quería presentar a Génova, esto es, Isabel Pérez-Espinosa, Pilar Fernández PardoJoaquín Arístegui. y
Si esto es esto va a ser así en muy difícil posición quedará la dirección regional del PP, aunque Ovidio Sánchez sigue sin dar la cara en todo este culebrón conservador. Es más, no me sorprendería, si Francisco Alvarez-Cascos es el  nominado, que el alcalde de Oviedo diera puerta al partido, incluso al ayuntamiento, en las próximas municipales. Si Gabino de Lorenzo no opta a un  nuevo mandato municipal su sucesor natural -algo se ha hablado ya de él- sería el acual presidente del Centro Asturaniano de Oviedo Alfredo Canteli, por cierto, en primera fila en compañía de su esposa en el acto del Día de Galicia en Asturias ayer, domingo, donde el presidente de la Xunta de Galicia Feijoo entregó la insignia de oro de los gallegos en el Principado al ex vicepresidente del gobierno. Haciendo cola -nunca tantas medidas de control por parte del personal municipal hubo en el auditorio ovetense- estaba el Adjunto a la Procuradoría del Principado Noel Zapico -técnicamente, por razones del cargo, no es ahora militante del PP-, quien me manifestó estar convencido de que Francisco Alvarez-Cascos será el candidato elegido por Rajoy. “Si no, ¿Crees que vendría el presidente de la Xunta en persona a imponerle la insignia de oro?”. Pueda que tenga razón; también el inequívoco casquista, el diputado regional Pelayo Roces, comentaba esta tarde a sus allegados que en Génova, sede central del PP en Madrid, estaban que fumaban en pipa por la ausencia de Gabino de Lorenzo y del resto de dirigentes populares en el citado y ya famoso acto de los gallegos en Asturias.
En todo caso, y lo lamento de verdad, Gabino de Lorenzo va a dejar muchas plumas en la gatera ya que si viene Francisco Alvarez-Cascos se le termina su hegemonía como persona fuerte del Partido Popular en Asturias -prácticamente en estos momentos es la única referencia- y, si no, Mariano Rajoy nomina a un candidato presentado por Gabino de Lorenzo y luego no gana las elecciones autonómicas en Mayo todos los dedos le señalarán como responsable de la derrota y en unos tiempos, además, en que el PSOE está a la baja cara a las próximas confrontaciones electorales, incluidas las de Asturias, según marcan las encuestas últimas.
Como ya ocurriese cuando el caso Sergio Marqués, el partido Popular de Asturias, de nuevo con el mismo personaje, Francisco Alvarez-Cascos, en línea de fuego, se ve abocado a una profunda crisis e, incluso, me indican algunos expertos, aunque lo considero exagerado, que puede haber riesgo de ruptura. Y como en aquella ocasión ocurrió tampoco ahora la opinión pública está siendo informada con suficiente claridad del por qué de las cosas. Francisco Alvarez-Cascos, que ya rebasó la frontera de los sesenta años, quiere ser el Manuel Fraga de Galicia o el Gaspar Melchor de Jovellanos de Asturias, y sabe que, por tanto, le ha llegado su hora, máxime cuando las elecciones autonómicas quedan a un año de las generales en donde se huele que Mariano Rajoy ocupará La Moncloa.
Cuando el caso Marqués el contundente Francisco Alvarez-Cascos dijo ante los militantes asturianos que prefería partido a gobierno. A estas alturas de la película no lo veo yo tan claro. Y para terminar ya se que en Asturias somos pocos y, al fin y al cabo, un diputado de más o de menos no va a cambiar el color del hemiciclo pero Génova -Rajoy, la Cospedal, Soraya, etc- deben solucionar la nominación cuanto antes o a más de un militante de base le va a dar un infarto.

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