La quinta columna

28 de noviembre de 2010

OPINIÓN
Por Ignacio Sánchez Vicente
Periodista

Reconozco que cada día me resulta más molesto, más ofensivo, el constante mumullo de los quintacolumnistas del 'ésto se hunde', 'no hay salida', 'España cierra', el euro se acaba', 'van a suprimir las pensiones' y similares. 

Y digo murmullo a sabiendas de que los quintacolumnistas no sólo no hablan en susurros, sino que lo gritan a voces en las tertulias mientras paladean sabrosos vinos, liban bebidas espirituosas y degustan exquisitos platillos de ostras, gambas, percebes, jamon y otras delicias gastronómicas.


Apetece a uno decirle al 'vidente' de turno ¡imbécil!, pero, ante tanta miseria humana e intelectual enseguida se pasa al ¡desgraciado! Porque quienes están instalados en el refocile ante la previsible hecatombe de Europa, amparados por esas pensiones que suponen les van a quitar a los demás, pero no a ellos, o esos fajos de 'binladen' que atesoran sin darse cuenta de que si se va todo al carajo sólo les valdrán para limpiarse las partes bajas (a costa de no pocos y ulteriores picores, que la tinta e muy tóxica según pa qué menesteres), o esa canonjía en la que vagabundean sin percatarse de que es causa y parte de la corrupción y la ineficacia que critican, esos, parecen olvidar que tienen hijos, incluso nietos, familiares, amigos. ¿Acaso se van a alegrar viéndolos sufrir hambre, o persecuciones y violencias, si es que el orden social se tambalea?


Yo pensaba que teníamos asumido aquél chiste del amigo que le dice al otro "sigue hablando así de las habilidades del perro que me compraste y a ver a quién se lo vas a vender".


Y es que el pueblo, el pueblo que trabaja cada día, la carne de cañón y el pico de cantera, ese sigue luchando sin perder la ilusión de un horizonte mejor, sabiendo que ahora viene flacas, pero que madrugando cada día, esforzándose y, con un poco de suerte, por qué no, conservando la salud, antes o después se volverá a salir del bache. Como les sucedió a sus padres, y a sus abuelos, y a los padres de éstos, y así hasta los albores de la humanidad.


Y otra cosa que me ofende es que, al urdir sus argumentos derrotistas tan burdamente, con una manipulación tan evidente, los agoreros ofenden nuestra inteligencia. Lo de 'llueve, puerco gobierno' se les queda pequeño. 
Ayer sábado, en una tertulia de Intereconomía, el joven y ferviente conductor de la misma, con dos cojones y una gaita, suelta a los tertulianos la magistral tesis de que Europa le ha hecho pagar a Irlanda, en una suerte de conspiración judeo-alemano-masona, el no haber querido aprobar una Ley del aborto, provocando su hundimiento económico. El dislate era de tan grueso calibre que uno de loscontertulios, seguramente más sensato por haber vivido más, aconsejó al fervoroso creyente, digo ponente, no seguir por ese camino, y le recordó que la verde Irlanda no fue un paraíso católico, especialmente para los niños, y que mejor no remover la mierda, aunque no lo dijo con esa escatológica frasecita. 


¡Venga ya, hombre! Bastantes estupideces dicen fuera sobre España para que encima convengamos ahora a hacer el caldo gordo a quienes nos quisieran de vuelta a la miseria para venir aquí en plan superior a comer nuestro jamón, beber nuestro vino y nuestro coñá y, ya de paso, beneficiarse al personal aprovechando su pobreza y consiguiente indefensión.


La quinta columna está dentro. ¡Vigila! Yo me vigilo a mí mismo mientras despacho unos boletus con foie y disfruto de un Reina María Cristina Blanc de Noirs. Lo tenía guardado para una ocasión especial, pero me lo tomo para chinchar a los agoreros, a los cenizos, a los miserables. ¡Qué se jo...!

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