En 2010, menos de 3.200 tigres viven en estado salvaje −una clara disminución respecto de los 100.000 que había hace un siglo−. El hábitat de ellos se ha reducido un 40% en los últimos 10 años.
Durante siglos, los gritos estridentes de pájaros cantores y monos langures anunciaron la presencia de los tigres en las densas y lluviosas selvas de Asia. Sin embargo, en la actualidad, estas voces están apagándose.
Hoy en día, el rey de la jungla asiática está en vías de extinción, víctima de los cazadores furtivos, el desarrollo invasor y la deforestación. En 2010, el año del tigre, quedan menos de 3.200 de estos animales emblemáticos en estado silvestre, una clara disminución respecto de los 100.000 que había hace un siglo. Solo en los últimos 10 años, su hábitat se redujo un 40%.
La semana próxima se reunirán en San Petersburgo, Rusia, los líderes de 13 países donde aún viven estos felinos para un evento sin precedentes: la primera reunión de alto nivel destinada a salvar una especie en peligro de extinción.
El Foro Internacional para la Conservación del Tigre (i) del 21 al 24 de noviembre, organizado por el Gobierno de la Federación de Rusia, tiene como objetivo aumentar la presión contra el comercio ilegal de partes de este animal y a la vez proteger la rica biodiversidad de su hábitat.
“Queremos ver tras las rejas a los cazadores furtivos, no a los tigres”, dice Robert B. Zoellick, presidente del Banco Mundial. “Los 13 países se han unido con planes de recuperación específicos destinados a duplicar el número de estos icónicos felinos para 2022, el próximo año del tigre. Nuestro objetivo es brindarles apoyo”.
En el encuentro de la próxima semana, Zoellick se reunirá con jefes de Estado y ministros de los 13 países, además de Alemania, Japón y Corea. También se espera que asistan representantes de las Naciones Unidas (ONU), el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), el Banco Asiático de Desarrollo, el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, el Banco Islámico de Desarrollo y de organizaciones mundiales y regionales que trabajan en el campo de la conservación ecológica.“Buscamos el nivel más alto de voluntad política. Debemos tomar medidas muy severas y eficaces para detener el daño”, dice Keshav Varma, director de Programas de la Iniciativa Mundial para la Conservación del Tigre, (i) auspiciada por el Banco Mundial. Detener pérdida de la biodiversidad El foro sigue los pasos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad en Nagoya, Japón, donde los líderes participantes se comprometieron a tomar “medidas urgentes” y aumentar los fondos para detener la pérdida mundial de biodiversidad. En dicho encuentro, el Banco Mundial dio a conocer un programa piloto ecológico para calcular la riqueza de los ecosistemas del planeta. Esa propuesta refleja un cambio en el paradigma tradicional de desarrollo, dice Varma. “La antigua idea de que el desarrollo es solo ladrillos y mortero debe cambiar. La conservación de la diversidad biológica y de zonas selváticas aisladas es sumamente importante para la humanidad”. “El tigre es una especie que tiene un efecto aglutinador”, añade Zoellick. “Cuando salvamos a los tigres, ayudamos a salvar la diversidad biológica de las poblaciones de sus presas y sus hábitats. De modo que se trata de algo más que salvar una especie. La Iniciativa Mundial para la Conservación del Tigre es un símbolo de lo bien que podemos cuidar nuestro planeta“. Aplicación más rigurosa de la ley Se espera que el foro ponga en marcha el Programa Mundial de Recuperación del Tigre (GTRP, por sus siglas en inglés), producto de 30 meses de trabajo de todos los países donde habitan estos animales y otros asociados, incluidos el Banco Mundial, el FMAM, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), el Instituto Smithsonian, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) y varias otras organizaciones. Los objetivos de este programa, diseñado como un plan quinquenal de US$350 millones, incluyen la gestión eficaz de los hábitats del tigre, la aplicación más rigurosa de la ley en las zonas de mayor riesgo como el cruce de fronteras en las rutas de contrabando de este felino y el aumento de las penalidades y condenas para los cazadores furtivos. Los esfuerzos de los países contarán con el impulso de un nuevo “consorcio para combatir los delitos contra la fauna y la flora silvestre”, integrado por Interpol, la ONUDD, la Organización Mundial de Aduanas, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas y el Banco Mundial, que busca que exista una buena gestión de los bosques, dice Varma. Y agrega que una parte clave del programa será la creación de la arquitectura institucional para la lucha contra el comercio y tráfico ilegales. “Debemos fortalecer capacidades desde el comienzo para asegurar que estas zonas protegidas estén adecuadamente vigiladas”. En la cumbre, el Banco Mundial anunciará dos programas que recibirán financiamiento de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el fondo para los países más pobres. Uno de ellos ayudará a Bhután, Bangladesh, Nepal e India a mejorar la aplicación de la ley. El otro cubrirá a Camboya y a la República Democrática Popular Lao. Un mercado negro sofisticado El esfuerzo de conservación del tigre se enfrenta, sin embargo, a un mercado negro sofisticado y ambulante de partes de este animal —en el que por un felino completo se puede obtener unos US$50.000, según la organización conservacionista TRAFFIC, un asociado del GTRP. Los organismos que forman parte del GTRP están buscando opciones de financiamiento adicional para dar impulso al esfuerzo. Uno de los planes implica el fortalecimiento del programa de reducción de emisiones provenientes de la deforestación y degradación forestal (REDD, por sus siglas en inglés), que permite a los inversores reclamar créditos de carbono por su apoyo. Los programas reforzados de REDD (o REDD+) crearían una prima de mercado para la protección de especies. Nepal y Malasia expresaron interés en participar en el programa piloto propuesto para probar la idea, dice Varma. Otras posibilidades incluyen el ecoturismo o bonos por los cuales los inversores pagan una prima para respaldar la conservación. Nada funcionará sin el apoyo de las personas que viven cerca del hábitat de los tigres, señala Varma. “La biodiversidad no es solo un problema de los bosques sino de las comunidades. Si las comunidades que habitan en los bosques y los pueblos indígenas no comprenden el valor de un tigre vivo por sobre uno muerto, habremos perdido la batalla. Nunca podremos salvarlo”. | ||
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