Del 2 al 15 de este mes de noviembre, Álvaro Fuente Fonseca expone una impresionante obra fotográfica en Noreña (antiguos Depósitos del Agua) que nos adentra vivamente en el colombiano Barrio Oviedo.
“Barrio Oviedo” es el título de un proyecto documental en el que quizás sea un personaje más, o una disculpa. Pero sí es el punto de partida para mostrar testimonialmente el trabajo empezado por José Pérez en la ajetreda ciudad de Cali, en el fértil Valle del Cauca, hace 60 años, mientras trabajaba primero como capellán y después como director de Relaciones Humanas y Sociales para un ingenio azucarero.
Pérez, ahora con 83 años, había estudiado el comportamiento psicológico y sociológico de los empleados de la factoría. Sabía que deberían tener cierto decoro social para rendir más y mejor en sus trabajos y que se debería empezar por construirles una vivienda digna. Así con la colaboración de la empresa, de la Hermandad Obrera, también fundada por él, y de lo empleados, hoy dueños de las casas, construye un barrio para los 72 trabajadores más humildes. Un barrio de anchas calles y casas de planta baja con pequeña antojana situado en El Cerrito, a 40 minutos de Cali. . En ese terreno dejó de edificar un lote, para cuando fuera posible, construir en él un Centro Asistencial y Cultural. Lo logró. Hace cuatro años y gracias al Ayuntamiento de Oviedo y a la Obra Social de Cajastur, pudo construir un gran centro con consultorio médico y odontológico, guardería infantil, entre otros servicios.
Hoy, en las calles del barrio Oviedo apenas quedan un puñado de aquellas casas intactas. Esas familias fueron creciendo y con ellas su vivienda. Muchas casas han doblado la altura y han dividido su huerto para que sus hijos construyeran sus hogares. Casi todos trabajan en el ingenio azucarero igual que lo hicieron sus padres, y la gran mayoría ya no como corteros de caña como ellos, sino trabajando como mandos intermedios gracias a sus estudios en el Centro de Formación Integral Providencia, construido por Jose Pérez y aquellos obreros junto a la Hermandad Obrera, justo enfrente del Oviedo colombiano.
El centro educacional surge hace más de 45 años, cuando se dio cuenta del verdadero problema en el Valle del Cauca y en el resto de países latinos: la falta de educación. Un cortero le dijo un día “Padre Pérez, no se preocupe por nosotros porque ya no hay remedio, mire si puede por nuestros hijos que no corran la misma perra suerte”. Los primeros beneficiarios del centro fueron esos hijos de los trabajadores de la azucarera, hoy trabajan con casi 4000 niños de todo el Valle y el sistema del centro, del que dicen el mejor en formación de líderes de desarrollo social y humano de Latinoamérica, ha sido implantado con gran éxito en países como Perú y Ecuador. El gobierno le condecoró por este trabajo educativo con la medalla Camilo Torre.
Pero al jubilarse y regresar a España sigue con el alma inquieta, necesita trabajar más por la infancia colombiana y funda Padrinos Asturianos. Una ong con sede en la capital asturiana y cuyo objetivo es apadrinar al mayor número posible de niños desamparados manteniéndoles un seguimiento y compromiso hasta reinsertarlos en la sociedad. Para ello cuentan con la Fundación Padrinos Asturianos en Cali, con un gran grupo de voluntarios que realizan los trabajos necesarios con las instituciones colaboradoras y las familias de los pequeños.
La mayoría de estos barrios son lo que llaman “invasiones”: asentamientos originados a lo largo de los años por la llegada al extrarradio de la ciudad de gente que busca oportunidad en la gran ciudad o desplazados por el conflicto armado. Son las zonas más pobres y necesitadas de la ciudad, los padres que pueden trabajar son los llamados informales, como vendedores ambulantes o recicladores de basura, que implica dejar solos a sus hijos.
Grave es la situación en el distrito de Aguablanca, donde la organización tiene casi un centenar de niños apadrinados, es uno de los lugares más poblados de la ciudad de Cali. Se caracteriza por el bajo nivel de la calidad de vida de sus habitantes y por un alto índice de violencia. Allí vive un buen número de personas afrocolombianas y llega mucha población desplazada. La adecuación de infraestructura urbana, es decir, la pavimentación de vías y la construcción de la vivienda son actividades realizadas por las mismas comunidades desplazadas y destechadas, que se han organizado para ello. El constante marginamiento se acompaña de un vacío institucional. Hoy la situación de violencia está marcada por la incursión de grupos paramilitares de derecha y de las FARC, de izquierda. Y también por la conformación de pandillas y de bandas de crimen organizado, estas últimas con actividades generalizadas en Cali.
El Padre Pérez , regresado hace unos meses de su Oviedo colombiano, descubrió que a poco más de un kilómetro de su querido barrio surgió, como por generación espontánea, un nuevo barrio de invasión en el que viven en condiciones lamentables un número indefinido de familias: Techo Azul, por el color de los plásticos que cubren sus casas y que tiñe el hogar de ese color. Pérez necesita ayuda y en este momento su ong está haciendo un estudio sociológico sobre ese nuevo barrio para ver cómo poder ayudar, sobre todo a los niños que deambulan por sus inmundas callejuelas con hambre y sin escuela.
Por ello, en su último viaje, ha sido acompañado del fotógrafo Álvaro Fuente, quien documentó tanto el trabajo como el entorno donde la ong desarrolla sus proyectos.
Estas fotografías son las que ilustrarán la exposición que se inaugurará el próximo día 2 de noviembre a las 7 pm en la sala de exposiciones del antiguo depósito de agua en Noreña. 16 fotografías, complementadas por un montaje audiovisual, donde los niños apadrinados son los protagonistas. Las fotografías estarán a la venta para el proyecto de desarrollo del barrio Techo Azul.
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