DE PASEO POR NOREÑA

14 de octubre de 2010


Por Miguel A. Fuente Calleja

Cronista Oficial de la Villa de Noreña


Si, estás en Noreña. En la villa del sosiego, que decía el pintor Evaristo Valle. Recórrela y disfruta de su entorno, habla con sus gentes y valora su gastronomía. Bien merece la pena.
Puedes comenzar la visita por la zona más central, donde encontrarás el precioso kiosco de la música que ya es del siglo XIX. Entre la plaza que lo acoge y la de La Cruz, está el epicentro de esta villa condal, en otro tiempo, señorío de los obispos de Oviedo.
 
Caminando hacia la iglesia, encontrarás sobre un pedestal la figura en bronce del indiano Don Pedro Alonso, alcalde y benefactor de Noreña, obra firmada por el insigne escultor Mariano Benlliure y está ahí ubicada desde 1.927.  Nos acercamos a la iglesia parroquial. Su interior ofrece un estilo que sorprende tanto al turista como al estudioso, su precioso retablo mayor, sus imágenes, los retablos laterales, incluso el baptisterio merece la pena ser reconocido y tocado.


De vuelta al centro, puedes entrar en El Castrillón y observar la preciosa panorámica que desde allí se aprecia. Continuas hacia la calle del Fontán, otra zona agradable, donde los modernos adosados, buscan diferenciarse de las viejas edificaciones unifamiliares. Tiene amplia zona verde y en el centro de ella, un olivo que dicen puede tener mas de mil años, vigilando por el oeste el Palacio del Rebollín donde nació Alonso Marcos de Llanes, obispo que fue de Segovia y Arzobispo en Sevilla en tiempos del rey Carlos III, edificación hoy perteneciente a los descendientes de la familia Uría Mácua, cuyo patriarca Don Juan, fue Cronista Oficial de Asturias. Por el lado este, está ubicado el antiguo depósito de aguas, construido en el año 1.929 por iniciativa de la familia del citado Don Pedro Alonso y que pronto albergará dependencias para difusión de la cultura. Allí cercana y reconstruida está la Torre llamada del Reloj. Poco se sabe de su historia, pero ya la contemplan escritos del siglo XVII.

 
Tomamos la calle del Alcalde Matamoro en cuyo final, nos encontramos con la Fundación Rionda, escuela ejemplar en aquellos años de comienzos del siglo XX que ya es el ayer. Desde allí nos acercamos a La Mata, donde percibirás el olor característico del ahumado de chorizos y morcillas procedente de la fábrica La Carmina, una de las más antiguas de Noreña Un poco más arriba, la plazuela del Peralvillo, desde allí vistas panorámicas de la amplia zona de La Reguera, con el monte Naranco protegiendo las ciudad de Oviedo, mas a la izquierda, la sierra de Tineo, el cordal del Aramo hasta los montes de Pajares. En nuestro camino, ya tenemos cerca la capilla de La Soledad, ubicada entre desperdigados castaños centenarios. En ella, se alberga la venerada y artística imagen del Ecce-Homo, santo y seña –y nunca mejor dicho- de todos los noreñenses, imagen protegida por un precioso retablo barroco. Su procesión a mediados del mes de septiembre, congrega a miles de romeros y peregrinos procedentes del todo el Principado. Fiesta cantada por los poetas, entre ellos Alfonso Camín, Mario Angel Marrodán Luis Romay G. Arias o Albino Suárez, y de cuya celebración dejó constancia Armando Palacio Valdés en “Novela de un novelista”; paraje relatado asimismo por Ramón Pérez de Ayala, donde situó escenas de su novela “Luz de Domingo”
 
Merece la pena tomarte un descanso por la zona. Estás en lo alto de la villa. Si tienes suerte con la climatología, podrás apreciar las crestas de los Picos de Europa, la Peñamea de Palacio Valdés, y las tierras del vecino concejo de Siero que nos rodea. Tambien podrás divisar la fabrica de “La Luz”, en otros tiempos poderosa y recientemente reconstruida y con futuro halagüeño, empresa que rompió con la elaboración artesanal de los embutidos que popularizaron a Noreña como Capital Chacinera de Asturias. La fundó Justo Rodríguez, que tambien fue zapatero y alcalde. En la lejanía, se aprecia el palacio de Miraflores cargado de historias y leyendas y adosada a él, la abandonada capilla de San Joaquín.
 
Hacemos el regreso y por El Truébano con alguna casona solariega, llegamos a la Plaza de La Cruz, descanso del peregrino, pero aún no hemos terminado. Visitaremos la zona verde de Riegos, a la orilla del Río Noreña, con sus instalaciones deportivas y de recreo, centros educativos, sociales y sanitarios. Volvemos al punto de partida. Allí nos espera el monumento en bronce al “gochín” -como los noreñenses llamamos al cerdo allí representado- en homenaje a los cientos de ellos que diariamente se sacrifican en la villa. Ahora si que hemos terminado el breve recorrido. Es el momento de disfrutar de la NOREÑA, GASTRONOMICA, CHACINERA Y HOSPITALARIA. Elige cualquiera de los bares, restaurantes, tabernas o chigres, para comprobar la suculencia de las especialidades que en todos ellos te ofrecen.
¡Volverás, compañero!











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