La investigación, que ha sido publica en el último número de la revista BMC Evolutionary Biology, revela que los carroñeros canarios son un 16% ciento más pesados y un 3% más grandes que sus semejantes peninsulares. La comparación se ha efectuado entre 242 alimoches de Fuerteventura y otros 143 ejemplares nativos de otros puntos de la Península Ibérica. Según los investigadores, se trata de un estudio pionero, ya que demuestra que los asentamientos humanos también pueden aportar beneficios para el fortalecimiento, diversificación y expansión de determinadas especies de la fauna silvestre.
“Los resultados sugieren que la actividad humana puede provocar la evolución divergente de una especie en una escala de tiempo relativamente breve", explica una de las responsables de la investigación, la científica del CSIC Rosa Agudo. Los resultados indican que la llegada al archipiélago de las primeras poblaciones de beréberes, procedentes del norte de África, lo convirtió en un espacio con abundantes fuentes de alimento gracias a sus rebaños de cabras. Este suceso no sólo facilitó la colonización del alimoche, catalogado como especie en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, sino que además propició su expansión.
Antes de la llegada de los colonos, las Islas Canarias sólo ofrecían a los carroñeros los restos de roedores, aves y algunas especies marinas. La ausencia de grandes mamíferos terrestres y animales domésticos explica que esta especie no se interesara por el territorio canario antes de la llegada de los colonos.
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