AI pide investigar muertes de recién nacidos en Zimbabue

5 de diciembre de 2010

AI pide en un comunicado que el gobierno de Zimbabue investigue de inmediato las muertes de bebés recién nacidos producidas en un asentamiento que creó para realojar a las personas que perdieron sus casas hace cinco años como consecuencia de su programa de desalojo forzoso masivo, ha afirmado Amnistía Internacional en un informe publicado hoy.

El informe Tragan el viento y mueren. Muertes de bebés recién nacidos en el asentamiento Hopley revela que al menos 21 recién nacidos han muerto en el asentamiento de Hopley en tan solo cinco meses, lo cual muestra una tasa muy alta de mortalidad entre los recién nacidos del asentamiento.

Cuando se los alojó en Hopley, el gobierno les prometió que vivirían en mejores condiciones, pero las cosas han ido de mal en peor”, ha dicho Michelle Kagari, directora adjunta del Programa Regional para África de Amnistía Internacional.

Muchas de las mujeres con las que hemos hablado consideran que sus mínimas posibilidades de acceso a la atención a la salud han incidido directamente en la muerte de sus bebés. Otras sospechan que murieron por frío, ya que viven en chozas hechas con plásticos.

El gobierno debe garantizar a estas mujeres acceso a la asistencia a la salud materna y neonatal, con el fin de prevenir futuras muertes que podrían evitarse.”

El gobierno de Zimbabue justificó su programa de desalojos masivos en 2005, Operación Murambatsvina, alegando que las comunidades desalojadas vivían en condiciones deplorables. Diseñaron un plan de realojamiento llamado Operación Garikai (Vida mejor) para reubicar a varios miles de víctimas del programa de desalojo, prometiéndoles un mejor acceso a los servicios. El asentamiento de Hopley, situado a unos 10 kilómetros al sur de Harare, formaba parte de dicho plan de realojamiento.

Las víctimas de la Operación Murambatsvina han quedado en el olvido para el gobierno, y cinco años después de haber perdido sus hogares y medios de vida, su situación sigue deteriorándose”, ha afirmado Michelle Kagari.

Las mujeres de Hopley han dicho a Amnistía Internacional que todas eran conscientes de la importancia de la asistencia a la salud materna y neonatal, y que muchas de ellas habían recibido dicha asistencia en sus embarazos previos, antes de que el gobierno los desplazase a Hopley. Todas comentaron que querían dar a luz en un hospital o con la ayuda de una persona cualificada para la atención al parto.

Muchas mujeres explicaban que no pudieron pagar los 50 dólares estadounidenses exigidos para recibir atención prenatal. Aunque estos costos son comunes para todas las mujeres embarazadas en Zimbabue, los habitantes de Hopley tienen especiales dificultades económicas para afrontar dichos gastos, ya que muchos de ellos perdieron su medio de vida durante los desalojos forzosos masivos en los que se destruyeron mercados y otros pequeños negocios.

Las mujeres embarazadas de Hopley también se ven afectadas por la falta de medios de transporte en el momento de dar a luz. La clínica de maternidad más cercana está situada en Glen Norah, a unos ocho kilómetros de Hopley.

El ayuntamiento de la ciudad de Harare tan solo cuenta con tres ambulancias en funcionamiento, que ofrecen servicio a una población de alrededor de dos millones de personas. Muchas ambulancias privadas y servicios de transporte no acudirían al asentamiento de Hopley por miedo a ser asaltados, especialmente por la noche.

El 19 de febrero de 2010, Megan, de 40 años, dio a luz a dos gemelos prematuros en torno a las doce de la noche y no pudo ser trasladada a la clínica de maternidad. Tuvo a los dos bebés en su propia choza. Ambos murieron camino de la clínica a la mañana siguiente. Era su quinto embarazo. Le quedan cuatro niños que nacieron antes de que la familia fuese reubicada en Hopley por el gobierno.

Fadzai, de 25 años, dio a luz el 26 de febrero de 2010 a una niña que murió ese mismo día. Fadzai cree que su bebé murió porque ella no pudo mantener su temperatura corporal.

Una de las causas de la alta tasa de mortalidad entre los recién nacidos en Hopley es el acceso limitado a los servicios de salud”, ha afirmado Michelle Kagari. “Si se ofreciesen intervenciones y atención a la salud básica a precios más bajos se podrían salvar las vidas de los bebés y sus madres.

Parece que las muertes de los recién nacidos en Hopley han pasado en gran medida inadvertidas para las autoridades. Un funcionario del ayuntamiento de la ciudad de Harare dijo a Amnistía Internacional que ni el ayuntamiento ni el gobierno tenían datos demográficos sobre la población de Hopley que consideraban necesarios para planificar intervenciones en materia de salud.

No existen cifras oficiales públicas, pero el gobierno de Zimbabue calcula una media nacional de 29 fallecimientos de neonatos por cada 1.000 nacidos vivos.

Las autoridades de Zimbabue no han llevado un seguimiento de la situación de la salud en Hopley. Deben actuar inmediatamente para reducir la tasa de mortalidad de recién nacidos revelada por Amnistía Internacional”, ha afirmado Michelle Kagari.

Amnistía Internacional pide al gobierno de Zimbabue que actúe urgentemente frente a las amenazas a la salud y las vidas de los bebés recién nacidos, mediante la puesta en marcha de inmediato de todas las medidas necesarias para garantizar a las mujeres y niñas embarazadas de Hopley y de otros asentamientos de la Operación Garikai acceso a asistencia a la salud materna y neonatal. El gobierno también debe abordar con urgencia las pésimas condiciones de vida de estas comunidades, que exponen a los recién nacidos y a las mujeres y niñas embarazadas a problemas de salud e incluso a la muerte.

Es igualmente urgente y necesario establecer un sistema de vigilancia de la salud para seguir de cerca la situación general de los asentamientos de la Operación Garikai, incluido Hopley, prestando especial atención a la mortalidad y morbilidad materna, neonatal e infantil.

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